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 La fiera domada

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Morera
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Morera


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MensajeTema: La fiera domada   La fiera domada I_icon_minitimeMiér Jul 04, 2012 10:32 pm

(Traducción del catalán al español, historia corta teatral).


EN CASA DE BAUTISTA
 
En escena habrá Flavio enseñando a tocar el laúd a Blanca. Se oyen gritos dentro y salen Bautista, asustado, y Catalina, hecha una fiera.
 
CATALINA (enfurecida y gritando dentro)-Estúpida, señuelo, tonto! Fuera de nuestra casa, en la calle hoy mismo!
BAUTISTA-Pobre Emilia! No seas tan dura con ella, hija! No tienes en cuenta su edad ni los años que hace que nos sirve fielmente?
CATERINA-Ahora resultará que soy yo la que no tengo razón, ¿verdad?
BAUTISTA-Lo que pasa es que tratas a todo el mundo mal y que, por culpa de tu carácter infernal, me veo obligado a cambiar a menudo el servicio y sólo la vieja Emilia ha tenido paciencia hasta hoy.
CATERINA-Más he tenido yo soportando su ladrillo. Basta ya! .
FLAVIA-Señora Catalina, calméis sesión, por favor!
CATERINA-Y vos, que te manda meter la nariz donde no te piden, señor guitarrista? A callar se ha dicho! O quizás prefiera una seta?
BLANCA (horrorizada) ¡Oh!
BAUTISTA-Eres insoportable. Al igual que una fiera!
CATERINA-Una fiera, decís? Pues haré cosas de fiera; fijaos. Lo destrozaré todo. Fuera jarrones! Y estatuillas en el suelo! Ahora veréis como soy, de fiera!
 
Y como loca, va rompiendo todo. Después se va de un plumazo. Entran Hortensi y Petrútxio.
 
HORTENSIA-Me permitís, señor?
BAUTISTA-Pase, amigo Hortensio. Sed bienvenido a nuestra casa.
HORTENSIA ¿Y vos bien encontrado, monseñor Bautista. Permítanme de presentaros mi gran amigo, el noble y excelente caballero Petrútxio.
BAUTISTA-Contáis con mi amistad desde ahora. De dónde venís?
PETRÚTXIO-De Florencia. Mi padre hace tiempo que murió: rodé mundo, también cumplí mis deberes para con la patria, y ahora, por fin, estoy decidido a volver a mi ciudad y elegir por esposa alguna doncella que pueda ofrecerme una vida reposada, dulce y tranquila.
BAUTISTA-No sé cómo puedo ayudarte, si no es que quiera pedir un consejo a la experiencia de mis canas.
PETRÚTXIO-No es ningún consejo, lo que pido. Bien que me he sabido aconsejar a mí mismo, y por eso he venido a veros. Desde que he llegado a Padua no hago más que oír hablar de una hija vuestra, a quien el buen Dios ha dotado de todos los atractivos de belleza y de virtud.
BAUTISTA (a Blanca)-Hija mía, necesitará salir de aquí. Y vos, Flavio, también. Es mejor que siga la lección en la otra sala para que pueda aleccionar también mi hija Catalina.
FLAVIA-Como vos mandáis, señor.
 
Salen Blanca y Flavio.
 
BAUTISTA-Perdonad, pero necesitábamos estar solos para continuar hablando. Vuelva a repetir, por favor, eso que me decíais.
PETRÚTXIO-Decía que vengo atraído por la belleza, la gentileza y la bondad de su hija, cualidades de las que todo Padua está lleno. Una fama y tantos elogios encendidos han desvelado mi interés y cautivado mi voluntad.
BAUTISTA-Os agradezco, señor, estas gentiles palabras en nombre de mi hija Blanca.
PETRÚTXIO-Ah, señor Bautista, perdonad, pero si bien sé que estos conceptos también proceden a su hija Blanca, no es a ella a quien me refería, sino a la otra hija suya.
BAUTISTA ¿Cómo? ¿Acaso habla de Catalina?
HORTENSIA-Tal como lo oís. Se refiere a Catalina.
BAUTISTA-Perdonad, señor Petrútxio, habrá un error. Catalina no puede convenir de ninguna manera.
PETRÚTXIO-Es esta una forma delicada de hacerme saber que no desea separarse de vuestra amada Catalina?
BAUTISTA-Que yo no quiero separarme de Catalina? Válgame Dios! Si mi temor es no poder casarse! Hay que ser todo un valiente para quererla como esposa.
PETRÚTXIO-Pues, soy yo, este valiente; el hombre que os hace falta, mejor dicho, que debe como marido de Catalina.
BAUTISTA (a Hortensio)-Pero, no le ha dicho cómo es?
HORTENSIA-Y tanto que se lo he dicho! No podía engañar a un amigo. Él me dijo: "Me hace falta una mujer". Y yo le hice: "Conozco una de noble, rica y hermosa, pero con un carácter insoportable".
PETRÚTXIO-Asimismo me respondió. Y ahora os pregunto a ti, como padre, es cierto todo esto?
BAUTISTA-Sí por desgracia.
HORTENSIA-También le he dicho que yo amo Blanca, pero que no concederá su mano si antes no cada uno Catalina.
BAUTISTA-Eso. No caso una, sin haber casado la otra.
PETRÚTXIO-Magnífico. Todo solucionado: yo me caso, tú te casas, Blanca se casa, Catalina se casa y todos nos casamos. Puede preparar la boda, señor Bautista.
BAUTISTA-Bueno, pero, quizá sea mejor que, antes, conozca Catalina.
PETRÚTXIO-No hace falta. Ya la he visto. Era el jardín y me ha parecido bonita, decidida y airosa. Y os pido la mano.
BAUTISTA-Formalmente?
PETRÚTXIO-Con la más solemne formalidad. Pero yo no quiero perder tiempo con toma y daca. Me la negáis? Pues me retiro. Me la concede? Pues a casarse a continuación. Llamadme la, por favor.
Catalina (se la oye al fondo)-Al diablo, pavo!
BAUTISTA ¿Qué pasa?
 
Sale Flavio con el laúd en el cuello y todo despeinado.
 
FLAVIA-Ay, qué fiera!
HORTENSIA-Que os ha hecho?
FLAVIA-Me ha dejado baldado. Y, de postre, me ha estropeado mi pobre laúd.
BAUTISTA-Id allí dentro. Emilia le pondrá un ungüento.
 
Salen Catalina y Blanca.
 
BLANCA-Padre mío, esta Catalina nos matará a todos! Pobre Flavio!
BAUTISTA-Pero, que le has hecho, a este pobre músico?
CATERINA-Meterle su música en el cerebro.
PETRÚTXIO-Es encantadora! Así me gustan las mujeres!
BAUTISTA-Catalina, hija mía, el caballero Petrútxio ha venido para que te quiere conocer.
CATERINA-A mí? ¿Por qué, si puede saberse? .
BAUTISTA-Viene a pedir tu mano.
CATERINA-Mi mano? Y por qué la quiere?
PETRÚTXIO-Para enlazar con la mía y caminar juntos toda la eternidad.
CATERINA-Sois capaz de ello?
PETRÚTXI0-Yo? Soy capaz de todo. No me conocéis, Catalina. Mi voluntad es de hierro. Cuando me meto algo en la cabeza, la hago, caiga quien caiga! En cuanto a vos, seguramente tiene enemigos que te quieren mal, dicen que sois desdeñosa, que tiene mal carácter. Se equivocan de medio a medio, porque tú eres dulce como el azúcar cande, suave como la piel de armiño.
CATALINA (aparte)-Que s'empatolla, este hombre?
PETRÚTXIO (decidido)-Caterina, te he visto, me gustas, te quiero. Es necesario que nos casemos. Me quieres por esposo? .
CATERINA-No, de ninguna manera. Os odio!
PETRÚTXIO-Perfecto. Todo funciona. Domingo nos casamos. Estamos en miércoles? Pues sólo faltan cuatro días. Domingo, todos a la boda.
CATERINA-Pero si yo no lo quiero!
PETRÚTXIO-No importa. Lo quiero yo y ya es suficiente. Además, tú también lo quieres, gatita salvaje. Todo será hecho como es debido. (Catalina quiere hablar y él no la deja.) No es necesario! Ya sé que estás de acuerdo. Tú no puedes tener más voluntad que la mía. Y ay de ti, si llegas a pronunciar la palabra «no».
BAUTISTA ¿Qué dice? Os acepta?
PETRÚTXIO (tranquilamente)-Claro que sí! Con entusiasmo!
BAUTISTA-No hace paso la cara.
PETRÚTXIO-Parece arisca, irascible, violenta, ¿verdad? Pues no hay nada de eso. Para el hombre que la ama es igual que un trozo de mantequilla. Dime, Catalina, repite a todos los presentes lo que me acabas de decir. (Catalina abre la boca, pero él le pone la mano encima.) No, Catalina, no, ni una palabra, nuestro amor es inmenso, pero es para nosotros solos; para ambos.
BAUTISTA-Es cierto todo esto, hija?
CATERINA-Dejadlo decir! Puede decir ya lo que quiera. Esto no es un hombre, sino un río de palabras. Se cree que así me domar.
PETRÚTXIO-Y pobre de quien tenga la menor duda. Por lo tanto, querido suegro, no hay que hablar más. Todo está ya dispuesto, ¿verdad?
BAUTISTA-Para mí, sí! Estoy tan contento!
CATERINA-Porque os veréis libre de mí, ¿verdad? No me diréis nunca más que soy desobediente. Entre tirarme por un balcón o casarme con este monstruo, prefiero esto último. Acepto. Me caso. O me casan!
PETRÚTXIO-Perfecto. Domingo seremos marido y mujer. Prepare lo necesario, querido suegro. Haga correr la noticia por todo Padua. Yo voy a Florencia para llevar los regalos a mi promesa y hacerle presente los mejores vestidos. Quiero que sean ricos, espléndidos, tal como ella lo merece. Adiós a todos.
BAUTISTA-Adiós, hasta el domingo!
 
Pausa. Música mientras dura el cambio de decorado.
 
 
LA BODA
 
Entran gente del pueblo por un lado, y por el otro, Bautista, Catalina, Hortensio, Flavio y Blanca. Todos buen chico nerviosos.
 
HORTENSIA ¿Dónde se habrá metido este hombre! Ya debería estar aquí!
BAUTISTA-Han tocado las diez y la novia está a punto. La iglesia llena, la gente esperando ...
FLAVIA-Los invitados impacientes. La calle lleno de flores ...
BAUTISTA-Qué vergüenza si no viniera! Sería un terrible escándalo y un escarnio para mis canas!
CATERINA-Y yo qué? Aunque no tengo canas, no será más pequeña mi humillación. Para sacarme de enfrente hicisteis caso a Petrútxio. Todos tenéis la culpa por haberme embarcado en esta boda sin pies ni cabeza. Y ahora soy yo quien lo pago.
BAUTISTA-Por Dios, hija mía, no aumentes mi dolor con tus lamentos.
CATERINA-Y que puedo hacer, sino lamentarse me? Sin encomendarse a Dios ni al diablo, aceptasteis un recién llegado, que quizá sea un pícaro o un loco. BAUTISTA-Lo que temo es que se haya arrepentido ...
CATERINA-Y ahora no puede echar la culpa a mi carácter. Más docilidad que la mía no se encuentra ni en un recién nacido.
 
Se va indignada. Aparece Petrútxio hecho un estrafalario.
 
PETRÚTXIO ¿Dónde está mi dulce promesa? ¿Dónde está este bomboncito caído del cielo?
HORTENSIA ¡Qué extravagancia!
PETRÚTXI0-Querido suegro mío! Abrazaos todo mi fuerte!
BAUTISTA-Ay, que me ahogas! .
PETRÚTXIO-Pero, que es esto? ¿Cómo es que haga todos esa cara de pocos amigos? Es un funeral ello, o bien una boda? ¿Qué demonios le pasa?
BAUTISTA (lleno de decisión)-Mirad, Petrútxio, pues que en un día tan señalado como este, podía haber elegido un vestido como es debido, y no presentaros con la peor indumentaria en una ceremonia donde debe ser la figura principal. Quitaos-el, por favor os lo ruego!
PETRÚTXIO ¿Queréis que me quite el vestido? Yo no creo que se estila casarse en mangas de camisa!
BAUTISTA-Quería decir que os lo tenéis que cambiar por otro más apropiado. Si no la habéis llevado, ya os dejaremos uno.
PETRÚTXIO-Eh, eh, hablemos! La Catalina se casa conmigo o con mi ropa? O me toma tal como voy, 0 me vuelvo a casa!
BAUTISTA (a Hortensio)-Pero la Catalina la pondrá en marcha a paseo!
PETRÚTXIO ¿Y cómo es que no sale, mi Catalina? No está lista, todavía? Ya deberíamos estar en la iglesia!
 
Vuelve Catalina.
 
BAUTISTA-Aquí lo tienes. Míralo!
CATERINA-Ya me lo miro! ¿Y qué? No es el marido que tú mismo me has elegido? No es el rico, el enamorado, el noble señor Petrútxio? Os la han cambiado, tal vez? No es ya de vuestro agrado?
PETRÚTXIO-Oh! Catalina, mi dulce y querida Catalina!
 
Le ofrece el brazo y ella se aferra.
 
BAUTISTA (desesperado)-Pero, tú serás capaz de ir con él, así, en la iglesia?
CATERINA-No debe ser mi marido? Pues me voy con él porque me caso. Hacia la iglesia. todos!
 
Todos se van, poco a poco, hacia la iglesia, mientras se escucha la marcha nupcial. Pausa. La música del comienzo y cambio de decorado.
 
  
EN CASA DE PETRÚTXIO
 
Catalina y Petrútxio sentados en la mesa.
 
PETRÚTXIO-Bendita sea la hora, querida Catalina de mi corazón, en que por primera vez tenemos que compartir la mesa y el pan. Tienes hambre?
CATERINA-Todo parece tan bueno!
PETRÚTXIO-Bueno, eso? Grúmio! ¿Dónde está ese perro?
GRÚMIO (entrando asustado)-Señor?
PETRÚTXIO ¿Qué es esto?
GRÚMIO-Cordero asado.
PETRÚTXIO-Eso es cordero asado? Quemado y carbonizado, querrás decir! Llévatelo!
CATERINA-A mí me parecía bastante bueno.
PETRÚTXIO-No lo era! Al contrario, era indigno de ti, a quien los ángeles del cielo deberían servirte la comida. Comerás de este otro plato, si es que está en condiciones.
CATERINA-Hace buen olor. Un aroma exquisita.
PETRÚTXIO (oliendo)-Pues a mí me parece que no hace buena olor. A ver, Grúmio, ¿qué es esto?
GRÚMIO-Es un estofado de habas y guisantes, con jamón.
PETRÚTXIO-Quítate de mi vista en seguida, y llévate te esta porquería, impropia de nosotros!
CATERINA-A mí me daba gusto! .
PETRÚTXIO-Tú porque eres buena y dulce y lo perdonas todo, pero no tiene perdón de Dios que mis criados no hayan preparado dignamente nuestro primer cena. Y ahora tendremos que irnos a la cama con la barriga bu ¡a.
CATERINA-Tengo tanta hambre, yo!
PETRÚTXIO (al criado) ¿Lo ves? No tienes compasión, viendo que por culpa vuestra debe irse a la cama sin cenar? Huye de mí!
 
Grúmio se retira.
 
CATERINA-Y no comeremos nada?
PETRÚTXIO-No. Es mejor que pases hambre antes que comer estas viandas podridas.
 
Entra Grúmio, llevando unos vestidos.
 
GRÚMIO-Señor, antes ha venido el sastre a traeros los vestidos encomendados.
PETRÚTXIO-A ver si es capaz de haberlos hecho sin ningún defecto.
CATALINA (levantándose ilusionada)-Oh! ¡Qué maravilla! ¡Qué bonito y elegante, este vestido! Gracias, esposo mío! Es precioso! (Hace acción de probarse se).
PETRÚTXIO-No opino lo mismo. Es horrible, de mal gusto, mal cortado! Antes que permitir que vayas con un vestido así, te vuelvo a tu casa! CATERINA-Al menos déjame poner el sombrero.
PETRÚTXIO-Uix! Es espantoso!
CATERINA-Pero ... te juro que me gusta!
PETRÚTXIO-No jures! Conozco la bondad de tu carácter y comprendo que para no contrariar me serías capaz de aceptar unos trajes sin gusto. Grúmio! Por favor, todo el sastre!
CATERINA-No me des comida, ni me quieres vestir. Por eso te has casado conmigo?
PETRÚTXIO-Pero, que sacas de preocuparte? Los trajes sólo son adornos para las personas, pero no las hacen mejores ni más honradas.
CATERINA-No puedo soportarlo más. Quiero que me trates como mujer y como tu esposa. Y si no te gusta de hacerlo así, me vuelvo a casa de mi padre.
PETRÚTXIO (levantándose de la mesa) ¿Quieres irte, pues? Está bien. Grúmio! Prepara los caballos (Grúmio sale de escena). Te quieres ir? Tu Petrútxio cumple tus deseos. No te lo pensabas paso verdad, querida Catalina, que cediera a este nuevo capricho? Pero es tan grande el amor que te tengo que no quiero retenerte contra tu voluntad.
GRÚMIO (entrando de nuevo)-Los caballos ya son ensillados, señor.
PETRÚTXIO-Grúmio, tienes que acompañar a la señora en casa de su padre. Toma la espada; quiero que, si es necesario, la puedas defender, al fin y al cabo es mi esposa.
GRÚMIO-Así lo haré, señor.
PETRÚTXIO-Llegará en Padua mañana, a media tarde, las mujeres estarán en los balcones, haciendo media, la gente apoyada en las ventanas. Y al veros, todos comentarán: «¡Ah! es la señora Catalina, que la devuelven a su casa. Pobre marido! No lo ha podido resistir más que un día ». Entonces, tú bajas del caballo y empiezas a cortar las orejas y las narices de los garlaires. Serán los trofeos de la victoria.
GRÚMIO-Puede estar seguro, señor, que no volveré con las manos vacías.
PETRÚTXIO-Bueno, Catalina, eres bien libre. Te puedes ir con Grúmio (Catalina llora). Lloras? ¿Cómo así? .
Catalina-Es que tampoco puedo llorar?
PETRÚTXIO-Pero, Catalina querida, cuéntame que te pasa.
CATERINA-Que quieres que te cuente? Si no me entenderías! Me has amado nunca, acaso?
PETRÚTXIO-Claro que te he amado y que te quiero. ¿Por qué lo dices eso? CATERINA-Pues, ¿por qué me envías a casa?
PETRÚTXIO-Si has sido tú misma que lo has pedido!
CATERINA-Si me quisieras, no aprovechó un momento de mal humor para deshacerte de mí.
PETRÚTXIO-Vayamos por partes. Tienes quejas de mi carácter? Si yo hiciera esfuerzos para dominarme, me querrías más?
CATALINA (dulcemente)-Claro que sí.
PETRÚTXIO-Desde ahora seré un marido modelo, pero habrá que me ayudes. Yo, solo, no me puedo corregir. Necesitaré de ti.
CATERINA-No lo comprendo. ¿Cómo te puedo ayudar?
PETRÚTXIO ¿Cómo? Pues, cuando me vengan esos arrebatos, estos ataques de mal genio, tú no me contradigas. Más bien, trátame con dulzura y suavidad.
CATERINA-Así lo haré, porque yo, también te quiero, Petrútxio (lo abraza).
 
Entra Hortensio.
 
HORTENSIA-Santo Dios! Lo veo y no lo creo.
PETRÚTXIO ¿Qué es lo que no crees, amigo mío?
HORTENSIA-Que esté tan dulces y amorosos. Parece un milagro!
PETRÚTXIO-Pues, no lo es. Catalina tiene un gran corazón, es buena, es razonable ... y cree en mí y me obedece.
CATERINA-Sí, creo en ti y t'obeiré siempre.
PETRÚTXIO-Jura-lo, Catalina mía. Jura-lo por este sol esplendoroso que se alza por el horizonte. (Catalina ríe). De qué te ríes?
CATERINA-Que te equivocas, no es el sol sino la luna!
PETRÚTXIO (incomodado). -Es el sol!
CATALINA (tímidamente) - A mí me parece la luna.
PETRÚTXIO (irritado)-Mal rayo! Siempre me has de llevar la contraria? No es posible que vivamos en paz y armonía?
CATALINA (suplicante)-Por Dios, Petrútxio! No te pongas así.
PETRÚTXIO-Decir que esto es la luna! .
CATERINA-No, Petrútxio querido, no. No es la luna, es un sol radiante ...
PETRÚTXIO-Ahora pareces loca, Catalina mía! Mira que decir que es el sol, esto, que es la peras al olmo.
CATERINA-Como tú quieras, Petrútxio mío. Será la luna cuando tú quieras y el sol cuando tú lo desees.
HORTENSIA-Válgame Dios! Qué conformación!
 
Entran Bautista, Blanca y Flavio.
 
BAUTISTA-Petrútxio! Catalina! Hijos míos!
CATALINA ¡Ay, padre mío, qué alegría de veros!
BAUTISTA-Nunca había sido tan dulce tu voz.
CATERINA-Blanca, hermana mía (se abrazan).
BLANCA-Que halagüeña te has vuelto, Catalina. Eres feliz?
CATERINA-Muy. Y tú, te has casado?
BLANCA-Sí, yo también. Pero preferí Flavio a Hortensio (las dos hermanas se van, hablando animadamente).
PETRÚTXIO-Enhorabuena, Flavio! Supongo que Blanca es tan suave como Catalina.
FLAVIA-No exageres, hombre! Nunca creeré que aquella fiera que me hizo tantos bultos lo hayas podido amansar.
PETRÚTXIO-Hacemos la prueba, si quieres. Ambas se sientan en el jardín. Llamamos-las y veremos cuál es la que obedece más deprisa.
FLAVIA-Acepto. (Llamándola) Blanca, Blanca! Puedes venir un momento?
PETRÚTXIO-Alza! ¿Te ha dado la espalda. Vuelos a él jugar que Catalina no me la gira?
FLAVIA-Pero te tira un test por la cabeza ...
PETRÚTXIO-No lo creas. (La llamada) Catalina!
BAUTISTA (asombrado)-Viene corriendo!
FLAVIA-Y lleva su hermana bueno y arrastrándola!
CATALINA (entra arrastrando Blanca) ¿Qué querías, maridito?
PETRÚTXIO-Que vinieras.
Flavia (indignado) ¿Y tú, Blanca, ¿por qué no has venido inmediatamente?
BLANCA-Estaba ocupada.
FLAVIA-La primera ocupación de una mujer casada es hacer caso al marido!
BLANCA-No siempre!
BAUTISTA-Blanca, no protestes. Sé dulce como la Catalina.
BLANCA-Es que ella me puede dar lecciones de sumisión?
CATERINA ¿Y por qué no? He reflexionado y me he convencido de que las mujeres rebeldes son un peligro para la paz del hogar.
FLAVIA-Es milagroso este cambio.
CATERINA-Y no me avergüenzo de proclamar bien alto, la gran satisfacción que siento por haber sido amansada (dirigiéndose hacia Petrútxio). Sí, Petrútxio, por ti he vuelto a la razón y la cordura; quiero vivir por ti y ser tu esclava (hace el gesto de arrodillarse y Petrútxio la levanta).
PETRÚTXIO-No, Catalina mía. No te quiero tan altiva con antes, pero tampoco tan humilde como ahora. No aquí, sino a la altura de mi corazón está tu lugar para ser mi compañera y mi delicia.
BAUTISTA-No sé cómo recompensarte lo bien que me has hecho. Te di una fiera y has hecho toda una mujer.
PETRÚTXIO-La mejor recompensa que puedo tener por haber amansado este féretro, es tenerla por mujer.
 
Petrútxio y Catalina quedan abrazados; Blanca y Flavio se cogen las manos, y Bautista, muy satisfecho, consola Hortensi. Grúmio, al fondo de la escena, sonríe. Así, en un cuadro plástico, acompañado de la música, acabará la obra.
 
FI
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